Después del fuego, el agua. Grecia afronta el final de un verano marcado por gigantescos incendios forestales con inundaciones provocadas por Daniel, el primer medicane, o huracán mediterráneo, de la temporada. Meteorólogos de toda Europa lanzaron la voz de alerta el lunes por la tarde: sus modelos matemáticos pronosticaban precipitaciones históricas que rondarían los 1.000 litros por metro cuadrado. Cantidades más propias de los monzones del sudeste asiático que de las gotas frías del Egeo. El Servicio Meteorológico Nacional heleno publicó, entre el lunes y el martes, tres boletines de emergencia para advertir de lluvias torrenciales, tormentas eléctricas y vientos huracanados.
Daniel es producto de una fuerte bajada de presión a 12.000 metros de altura que desplazó una masa de aire frío de norte a sur, por la península balcánica, y llegó a Grecia el lunes por la noche. Afectará a la práctica totalidad del país durante tres días, si se cumplen las previsiones, pero sus efectos más devastadores se concentran ya en las regiones centrales de Tesalea, Magnesia, Pieria, así como en las islas Espóradas, Eubea y Eskíatos, donde llueve con cada vez mayor intensidad desde el lunes por la noche.
Las precipitaciones en la península de Pilio superaron los 600 milímetros. La estación meteorológica de Zagora registró 645 milímetros de lluvia entre la medianoche y las 15.00 del martes, según el Observatorio Nacional de Atenas. El servicio meteorológico recordó que la precipitación media anual de Atenas ronda los 400 milímetros. Es decir, en una noche ha llovido más de lo que suele llover en la capital durante un año y medio. Solo en la comarca de Volos se calcula que han caído 75 millones de toneladas de agua. Y los fenómenos extremos han incluido también tornados.
Al menos una persona ha muerto y otra se encuentra desaparecida. El fallecido es un ganadero de Ano Volos que murió aplastado por un muro que cedió ante la presión del agua, mientras alimentaba a su ganado. El desaparecido es un hombre de 34 años que intentaba cruzar un arroyo desbordado con su coche en Volos, abrió la puerta y fue arrastrado por el agua. Según el portavoz de los bomberos, en el coche también viajaba su hijo; el niño se encuentra fuera de peligro.
Tanto en Volos como en la isla de Eskíatos las autoridades han rogado a la población que no salga de casa y han prohibido la circulación de vehículos. Decenas de coches han sido arrastrados al mar por las riadas. Se han inundado bajos comerciales, viviendas y edificios oficiales. También se ha interrumpido la circulación de varias líneas de ferris que comunican las islas Espóradas y Eubea con la Grecia continental y las líneas de autobús entre Lárisa y Volos, dos importantes ciudades del centro de Grecia. La agencia estatal AMNA ha informado de que casi todas las zonas de Volos y Nea Yonia están sufriendo cortes de energía, tanto en las áreas residenciales como en las zonas industriales. Asimismo, gran parte de Volos está sin conexión telefónica, tanto fija como móvil, debido a los continuos rayos que azotan la zona. Las carreteras no son aptas para circular en enormes áreas del país. Se han cancelado por decreto todas las citas con servicios públicos en las regiones de Magnesia y Espóradas. Las autoridades temen que el balance sea aún peor cuando los residentes de Volos puedan comunicarse de nuevo con normalidad.
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Fenómenos extremos
Aunque las gotas frías son un fenómeno propio de esta época en todo el Mediterráneo, la potencia de esta dana está fuera de toda norma. Se debe al cambio climático, como se debe a él la intensidad de los incendios forestales que asolan el país, cada verano con mayor fuerza. Varios de los incendios más devastadores del pasado julio se localizaron en Volos y Eubea, donde ahora llueve con más vehemencia. Las lluvias torrenciales, dicen los expertos, agravarán los efectos del fuego.
Las lluvias intensas recrudecen la erosión y la pérdida de tierra fértil. El suelo quemado es menos permeable, no tiene la misma capacidad de absorción que antes del incendio. La lluvia no absorbida arrastra la tierra de la superficie, es decir, la capa de tierra fértil, que puede tardar años, o siglos, en regenerarse. En el Mediterráneo, este fenómeno se conoce como “sabanización”, la degradación del terreno que dificulta la recuperación de la vegetación autóctona. Las bacterias y hongos, imprescindibles para el ecosistema, se van arrastrados por la lluvia.
La península de Pilio es tan alta que en su cima hay una estación de esquí y, al mismo tiempo, sus playas se cuentan entre las más apreciadas por sus aguas cristalinas. La lluvia de Daniel ha convertido las laderas de sus escarpadas montañas en un lugar de gran peligro donde, además de torrentes desbordados, ya han comenzado los corrimientos de tierras y las avalanchas de rocas.
El peligro está lejos de terminar. Las previsiones de los servicios meteorológicos anuncian que seguirá lloviendo con ímpetu hasta la tarde del miércoles y, con menor intensidad, durante todo el jueves. La tormenta se desplazará hacia Ática, la región a la que pertenece la capital Atenas. Las autoridades han anunciado que están tomando medidas para prevenir daños. En la capital aún no se perciben los efectos de Daniel. Mientras tanto, en las redes, se hizo viral una ironía que replicaron cientos de usuarios: “a ver cómo se las arregla el gobierno para culpar de la lluvia a los inmigrantes”.
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