La fuerte división que provoca en la UE el glifosato, el herbicida más utilizado en Europa pero, a la vez, uno de los más controvertidos, ha quedado de relieve este viernes en Bruselas, donde no se ha logrado la necesaria mayoría cualificada de los Veintisiete ni para aprobar ni rechazar la prolongación del uso de esta sustancia durante 10 años más, como propone la Comisión Europea.
En vista del statu quo, el Ejecutivo europeo ha decidido aplazar la nueva votación a mediados de noviembre. Bruselas quiere una decisión —que en última instancia puede decir por sí misma el ejecutivo comunitario si sigue faltando un acuerdo— antes del 15 de diciembre, fecha en la que expira el actual permiso.
Según ha confirmado la Comisión, el Comité Permanente de Vegetales, Animales, Alimentos y Piensos (Scopaff), que asiste a la Comisión en la elaboración de las medidas relativas a los alimentos y en el que están representados todos los Estados miembros, no logró reunir en su cita de este viernes una mayoría cualificada (del 55% de los miembros de la UE que representen al menos el 65% de la población total del bloque) ni para aprobar ni para rechazar la propuesta. Mientras España se manifestó a favor de renovar su uso, otros países de gran peso, entre ellos Alemania y Francia —donde ha habido una fuerte movilización ciudadana en contra del glifosato en los últimos años— se abstuvieron, lo que a efectos del recuento es considerado un voto en contra.
Ante la situación, Bruselas ha decidido remitir la cuestión al Comité de apelación, que deberá votar la iniciativa “en la primera mitad de noviembre”. Si de nuevo este comité tampoco consigue desbloquear el voto, será en último término la Comisión la que decida, ha indicado este viernes un portavoz.
En declaraciones a la Agencia France Presse, el ministro francés de Agricultura, Marc Fesneau, justificó el voto negativo de París: “Desde el principio hemos dicho que la propuesta de la Comisión, tal como está formulada, no se corresponde a la trayectoria [francesa] de restringir su uso allí donde haya alternativas para conseguir que haya menos glifosato”, explicó. Francia, que es la primera potencia agrícola de la UE, quiere que haya una “armonización a nivel europeo” de esta postura para evitar competencias desleales, agregó.
Por el contrario, España se ha declarado favorable a su prorrogación, al considerar que “la información científica y los informes de evaluación realizados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) despejan las dudas existentes sobre la seguridad de esta materia activa”, según fuentes de Agricultura.
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El presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, el también francés Pascal Canfin, celebró en X (antiguo Twitter) la falta de mayoría a favor de autorizar otros 10 años el glifosato “sin restricciones de uso” y llamó a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a “modificar esta propuesta inaceptable”.
Pero, aunque Bruselas se dice abierta a “discusiones”, sostiene que la propuesta enviada a los Veintisiete ya contiene las “restricciones y condiciones” necesarias y considera que es una “buena propuesta”.
“Por ahora, y teniendo en cuenta que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y muchos colegas de países diferentes han analizado montañas de informes científicos y estudios, creemos que tenemos una buena propuesta”, ha subrayado el portavoz.
La discusión sobre el uso del glisofato se remonta al 2015
Durante un debate sobre el glifosato en el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo la semana pasada, la comisaria de Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, había reconocido la división de los Veintisiete, pero recordó que incluso si sale adelante la renovación de la autorización, “los Estados miembros tendrán la posibilidad de restringir el uso de productos de protección del terreno, incluido el glisofato, a nivel nacional o regional, si lo consideran necesario para proteger la biodiversidad”.
En marzo de 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como “probablemente cancerígeno para los humanos”, categoría en la que también se incluye a las carnes rojas. Pero las autoridades europeas rechazan este dictamen. El año pasado, el comité de evaluación de riesgos de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés) rechazó cambiar la clasificación actual del glifosato —que se considera causante de “daño ocular” y “tóxico para la vida acuática”— pero, subrayó, no cancerígeno. “Basado en una amplia revisión de la evidencia científica, el comité concluye nuevamente que clasificar el glifosato como cancerígeno no está justificado”, dijo la agencia en un comunicado.
Las diversas evaluaciones de la comunidad científica sobre los riesgos que puede entrañar para la salud y la biodiversidad el glifosato se han trasladado a un intenso debate social y una fuerte movilización de la ciudadanía en muchas partes del mundo. En Europa, la iniciativa ciudadana Stop Glifosato logró reunir en 2017 más del millón de firmas necesarias para que la Comisión Europea —cuyo equipo se renovó dos años más tarde, tras las elecciones europeas de 2019— tuviera en cuenta sus argumentos. En vísperas de la decisión de este viernes, otro movimiento de protesta ciudadano ha sumado más de medio millón de firmas en Francia para rechazar la prolongación del permiso del herbicida.
La Alianza para la Salud y el Medio Ambiente (HEAL, por sus siglas en inglés), que rechaza la prolongación del glifosato, destacó tras el fracaso de la primera votación que esto “demuestra que se ha convertido en políticamente imposible ignorar a la ciencia sobre el impacto en la salud de esta sustancia”. El aplazamiento del voto, afirmó su directora del programa de Salud y productos químicos, Natacha Cingotti, hace que los “Estados miembros tengan una nueva oportunidad de proteger a actuales y nuevas generaciones de daños prevenibles prohibiendo el glifosato lo antes posible”.
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