El gobierno de Colombia reafirmó este lunes su compromiso de alcanzar consensos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y convocó a la guerrilla a una nueva reunión el próximo 25 de enero. El objetivo principal del encuentro será reactivar las negociaciones suspendidas desde septiembre, cuando un ataque con explosivos contra militares puso en pausa el diálogo y tensó aún más las relaciones entre ambas partes.
Esta reunión busca centrar los esfuerzos en retomar la agenda de negociaciones y explorar la posibilidad de reinstaurar un alto el fuego bilateral, que quedó suspendido en agosto en medio de crecientes tensiones. Así lo afirmó en un comunicado la delegación de paz del gobierno colombiano, que ha mantenido una postura optimista pero cautelosa sobre los avances en el proceso.
Desde la llegada de Gustavo Petro a la presidencia en agosto de 2022, su política de “paz total” ha priorizado los intentos de diálogo con grupos armados al margen de la ley, incluyendo al ELN. Este es el sexto intento de un gobierno colombiano por alcanzar un acuerdo de paz con esta histórica guerrilla, que ha estado activa desde 1964. Petro reactivó las conversaciones con el ELN en noviembre de 2022, pero el proceso ha enfrentado múltiples obstáculos en su desarrollo.
Reuniones extraordinarias en medio de una crisis profunda
Entre el 19 de noviembre y este lunes, representantes del gobierno colombiano y del ELN llevaron a cabo reuniones extraordinarias en Caracas, Venezuela, una de las sedes itinerantes del diálogo junto con Ciudad de México y La Habana. Estas reuniones han sido un mecanismo clave para intentar resolver las crisis más críticas del proceso, particularmente tras la suspensión de las negociaciones en septiembre pasado.
La pausa en el diálogo fue una respuesta del gobierno al ataque con explosivos atribuido al ELN, que dejó tres militares muertos. Además, las tensiones ya venían escalando desde meses atrás debido a reclamos de la guerrilla sobre la apertura de un diálogo paralelo con una facción disidente del ELN.
A pesar de estos desafíos, la delegación gubernamental ha expresado que las conversaciones en Caracas han sido productivas. Sin embargo, han evitado generar expectativas sobre resultados inmediatos. “La necesidad de alcanzar la paz no debe llevarnos a apresurar resultados a cualquier costo. Es fundamental equilibrar la urgencia de avances con una construcción paciente y sólida”, señaló la delegación del gobierno en un comunicado.
El senador Iván Cepeda, miembro de la delegación gubernamental, destacó el progreso de las recientes reuniones y aseguró que los diálogos están en proceso de reactivación. “En la práctica, ya hemos tenido dos reuniones y vamos por una tercera. Estamos trabajando en temas de agenda, como el cese al fuego y la participación”, afirmó en declaraciones a la prensa.
Aunque aún no se define el lugar exacto para la reunión del 25 de enero, las expectativas sobre este nuevo encuentro son altas, especialmente porque podría marcar un punto de inflexión en el proceso de paz.
Venezuela: un actor clave en las negociaciones
La participación de Venezuela en las negociaciones con el ELN ha sido un factor determinante. Como país garante en la mesa de diálogo, Caracas desempeña un papel fundamental no solo por su proximidad geográfica, sino también por la presencia del ELN en zonas fronterizas. Además, la situación política venezolana añade un elemento de incertidumbre al proceso.
Elizabeth Dickinson, analista senior para Colombia del International Crisis Group, señaló que lo que ocurra en Venezuela el próximo 10 de enero, con la posible toma de posesión de Nicolás Maduro para un tercer mandato, tendrá un impacto significativo en el diálogo. “La estabilidad política en Caracas es crucial para el avance de las negociaciones. Sin claridad sobre la situación en Venezuela, es difícil imaginar un progreso sólido en este proceso”, comentó Dickinson.
El gobierno anterior de Iván Duque (2018-2022) había denunciado que el ELN y otros grupos armados utilizaban territorio venezolano como refugio. Sin embargo, Maduro negó esas acusaciones y afirmó que su gobierno estaba combatiendo a organizaciones criminales colombianas. A pesar de estas tensiones, Venezuela ha mantenido su papel como garante y ha facilitado las reuniones extraordinarias en Caracas.
Persisten los enfrentamientos y los desafíos
Mientras las reuniones en Caracas intentan reactivar el diálogo, los enfrentamientos entre el ELN y las fuerzas armadas colombianas continúan en diversas regiones del país. El más reciente ocurrió el domingo en el departamento de Arauca, una zona fronteriza con Venezuela, donde un ataque con explosivos contra una base militar no dejó víctimas, pero evidenció la fragilidad del cese al fuego y la complejidad del conflicto.
La continuidad de estas acciones violentas ha puesto en riesgo la estabilidad de la mesa de diálogo y ha consumido tiempo valioso en la negociación. Aunque el ELN no parece mostrar urgencia por alcanzar un acuerdo final, el presidente Petro ha advertido que el tiempo para lograr la paz no es ilimitado. “No creo que el próximo gobierno que me suceda tenga el mismo enfoque o compromiso para llegar a un acuerdo de paz”, señaló recientemente.
Mirando hacia adelante
El próximo encuentro del 25 de enero será decisivo para determinar si es posible superar las tensiones y avanzar hacia un acuerdo sostenible. Los temas clave incluyen la reinstauración del alto al fuego bilateral y la definición de mecanismos para garantizar la participación de diversos sectores de la sociedad en el proceso de paz.
Aunque el gobierno de Petro enfrenta críticas por los escasos avances concretos hasta el momento, su enfoque de “paz total” sigue siendo una apuesta ambiciosa y compleja. Lograr consensos con el ELN no solo significaría un avance significativo para la estabilidad de Colombia, sino que también sería un paso histórico en la resolución de uno de los conflictos armados más longevos de América Latina.
Las próximas semanas serán cruciales para evaluar si las partes logran encontrar un terreno común que permita avanzar en la búsqueda de la paz. Sin embargo, el camino sigue plagado de desafíos, y el éxito del proceso dependerá de la voluntad de ambas partes para superar las diferencias y priorizar el fin de la violencia en el país.