Dos atentados perpetrados por terroristas suicidas han golpeado este viernes, día de la oración, dos mezquitas de Pakistán separadas casi por 900 kilómetros de distancia. En un balance aún provisional y mientras continúan los trabajos de emergencia y atención de los heridos, al menos 38 personas han perdido la vida en los dos ataques, la mayoría en el que ha sacudido un templo de la ciudad de Mastung, en la provincia de Baluchistán, en el sur del país. El segundo atentado se ha producido en la localidad de Hangu, en Khyber Pakhtunkhwa. Estas dos provincias, que hacen frontera con la permeable frontera entre Pakistán y Afganistán, son objetivo reciente del terrorismo de grupos integristas suníes. No obstante, por el momento, ninguna organización armada ha asumido la autoría de los ataques de este viernes, en medio de un incremento de la violencia en el oeste del país, lo que aumenta los riesgos para la seguridad antes de las elecciones nacionales previstas para enero del próximo año.
En el primero de ellos, en Mastung, al menos 34 personas han muerto y más de medio centenar han resultado heridas por el explosivo detonado por un terrorista suicida contra un centro religioso en el que se celebraba una reunión para conmemorar el cumpleaños del profeta Mahoma, según han informado fuentes médicas y de la policía. Otras fuentes consultadas por la agencia Reuters elevan la cifra de víctimas mortales hasta los 52.
“El atacante detonó [su carga explosiva] cerca del vehículo del vicejefe de la policía [Nauaz Gishkori]”, ha señalado el inspector general adjunto de la policía, Munir Ahmed. La explosión se ha producido cerca de la mezquita donde se había reunido muchos fieles para conmemorar el cumpleaños de Mahoma durante este día festivo. El grupo armado Tehrik-e Taliban Pakistán, autor de algunos de los peores atentados en Pakistán desde su nacimiento en 2007 y que reúne bajo su paraguas a varios grupos integristas suníes, ha negado haber llevado a cabo el ataque.
El ministro de Información del gobierno provincial, Jan Achakzai, ha indicado que los heridos en estado grave están siendo trasladados a la capital, Quetta, antes de denunciar que “el enemigo quiere destruir la tolerancia religiosa y la paz en Balochistán, con la bendición desde el extranjero”. Otros de los afectados por la explosión fueron atendidos en hospitales de la localidad cercana de Mastung. El ministro del Interior, Sarfraz Bugti, ha calificado la explosión como “muy acto atroz”.
Esta es la segunda explosión que se produce en Mastung este mes. El pasado 14 de septiembre, 11 personas, entre ellos el líder partido religioso Jamiat Ulema Islam (JUI), Hafiz Hamdullah, resultaron heridas a causa de una explosión cerca del vehículo en el que viajaban en la carretera Quetta-Karachi. Este formación política sufrió a finales del pasado julio un ataque suicida durante un mitin político, que dejó al menos 63 muertos y 120 heridos, y que fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico de Khorasan, una rama local del grupo terrorista.
Poco después del atentado en Mastung, las autoridades paquistaníes informó de otra explosión en una mezquita del país, en la ciudad de Hangu, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en el norte del país. Al menos cuatro personas han muerto y otras 12 han resultado heridas, según las primeras informaciones. El estallido ha causado el derrumbe del techo del templo, en el que en ese momento se encontraban entre 30 o 40 personas. Este atentado tuvo lugar en una mezquita dentro de un complejo policial, a la hora del sermón, cuando se reúne el mayor número de creyentes, según informó el medio paquistaní Geo TV.
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El jefe policial de Hangu, Nisar Ahmed, ha manifestado que en esta ocasión fueron dos los terroristas que hicieron estallar sus explosivos, uno a las puertas de la mezquita y otro en su interior. Se está trabajando en el rescate de los fieles que quedaron atrapados entre los escombros, por lo que la cifra de muertos podría crecer.
Se desconoce por el momento si los dos ataques están relacionados entre sí.
Pakistán experimentó un aumento de la violencia armada desde la llegada al poder de los talibanes afganos en Kabul en agosto de 2021, que reactivó los ataques de sus hermanos ideológicos paquistaníes, precisamente en las provincias fronterizas de Khyber Pakhtunkhwa y Baluchistán. Esta última provincia ha sido además escenario habitual de violencia, con la presencia de grupos armados, facciones talibanas y grupos yihadistas.
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