La cumbre del clima de la ONU, la COP28, se ha abierto este jueves en Dubái con una alarma que, desgraciadamente, no parece nueva. Lleva sonando demasiado tiempo sin que se le ponga coto al origen del problema: las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya fuente principal hay que buscarla en los combustibles fósiles que alimentan la economía mundial. Mientras el nivel de concentración de estos gases en la atmósfera vuelve a marcar un récord, es casi seguro que 2023 se va a cerrar como el año más cálido que se ha registrado desde al menos 1850, cuando comienzan las series de mediciones directas de la temperatura. Ese año también es el que se toma como referencia para el arranque de esta crisis, porque fue el momento a partir del que el ser humano empezó a usar de forma masiva el carbón, el petróleo y el gas.
“Estamos viviendo el colapso climático en tiempo real, y el impacto es devastador. Este año, comunidades de todo el mundo han sido azotadas por incendios, inundaciones y temperaturas abrasadoras”, ha señalado António Gutérres, secretario general de la ONU en un mensaje difundido coincidiendo con la presentación del informe provisional sobre el estado del clima de 2023 que realiza la OMM (Organización Meteorológica Mundial). Este análisis es el pistoletazo de salida para las cumbres del clima, como la que ha arrancado este jueves en Emiratos Árabes Unidos, marcada por las incertidumbres que genera que un país petrolero sea el que dirija las negociaciones.
Aunque se abre este jueves, será durante el viernes y el sábado cuando se celebre la cumbre de mandatarios, en la que está previsto que participen más de 160 líderes mundiales, según la organización. Además, alrededor de 100.000 personas se han acreditado para participar en esta conferencia, lo que la convierte en la más multitudinaria hasta ahora. No estarán, sin embargo, los máximos mandatarios de China y EE UU. En el caso de Xi Jinping es ya habitual que no acuda a las COP en los últimos años. En el de Joe Biden, es la primera cumbre en la que no participará; no lo hace por problemas de agenda, según su Administración, aunque también está presente el malestar que ha generado entre muchos activistas las autorizaciones de nuevas prospecciones de hidrocarburos que ha avalado la Casa Blanca. Pero esto no significa que China y EE UU no vayan a tener un papel muy activo y determinante en la cita una vez que los mandatarios se monten en sus aviones y regresen a casa para que sigan trabajando los negociadores. Así lo recordó el miércoles John Kerry, el enviado especial de Biden para el cambio climático y un veterano en estas conferencias. Será en ese momento en el que comiencen las negociaciones de verdad, que se centrarán en gran medida en los combustibles fósiles.
Durante la inauguración de la cumbre celebrada este jueves, los delegados de las casi 200 naciones que participan en estas negociaciones han ratificado el nombramiento como presidente de la COP28 del ministro de Emiratos Árabes Unidos (EAU) Sultán al Jaber. Desde que se anunció a principios de año que él ocuparía este cargo, se ha generado una importante polémica porque además es también el consejero delegado de ADNOC (Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi). Y existe una cierta incertidumbre sobre cómo dirigirá las conversaciones de una conferencia en la que se debe hacer un balance de los progresos que las naciones han hecho desde que en 2015 se firmó el Acuerdo de París. Pero, quizás, lo más importante no es lo hecho hasta ahora (que no es suficiente), sino lo que debe hacerse a partir de este momento, que pasa por multiplicar la potencia renovable.
No obstante, además de instalar energías limpias, hay que alejarse de los combustibles fósiles. “Un calentamiento global récord debería provocar escalofríos en los líderes mundiales”, ha afirmado este jueves Guterres en un mensaje grabado en vídeo para la presentación del informe de la OMM. El secretario general de la ONU ha recordado que existe una “hoja de ruta para limitar el aumento de la temperatura global” y “evitar lo peor del caos climático”. Y eso pasa por triplicar las energías renovables esta década, doblar la eficiencia energética y que los países se comprometan “a eliminar gradualmente los combustibles fósiles” con un calendario claro para que a partir de la segunda mitad de siglo hayan desaparecido prácticamente las emisiones de efecto invernadero que provocan el petróleo, el gas y el carbón.
En su primera intervención oficial como presidente de la COP28, Sultán al Jaber ha reconocido que una parte de las discusiones se centrará en las menciones a las renovables y a los combustibles fósiles. Pero, a continuación, ha defendido el compromiso de las compañías de petróleo y gas al asumir metas de emisiones netas cero. Unos compromisos que, como advierten reiteradamente los informes de la ONU y de otras instituciones de prestigio, de poco sirven si entre los planes de las empresas y los países productores sigue figurando aumentar las extracciones de petróleo, gas y carbón en las próximas décadas.
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Más claro ha sido durante la inauguración de la COP28 el secretario ejecutivo del área de cambio climático de la ONU, Simon Stiell, quien ha asegurado que la humanidad está al borde del “precipicio”, por lo que debe comprometerse a crear “un nuevo sistema energético”. Y ha advertido de que, si no se envía una señal del “declive terminal” de la “era de los combustibles fósiles como la conocemos” se dará la bienvenida al declive terminal de la humanidad. “Elegimos pagar con la vida de las personas”, ha sostenido.
Desastres naturales
Mientras negocian los delegados, de fondo, seguirá una crisis climática que ha llevado a que este año la extensión del hielo marino de la Antártida registre mínimos históricos. O a que las temperaturas de la superficie del mar y la subida del nivel del mar estén también en niveles récords. O a que este 2023 se encamine a ser el año más cálido de los registrados hasta ahora.
Son todo señales de la crisis climática. Pero, quizás, las que más golpean en lo inmediato sean los eventos meteorológicos extremos, que están ya aumentando en intensidad y frecuencia debido al cambio climático. “Importantes inundaciones y crecidas, ciclones tropicales y episodios de calor extremo y sequía, con los consiguientes incendios forestales asociados”, enumera la OMM. La lista que hace en su informe anual es grande e incluye, por ejemplo, las inundaciones causadas por las precipitaciones extremas debidas al ciclón mediterráneo Daniel en Grecia, Bulgaria, Turquía y Libia. El análisis destaca el reguero de muertes que esta tormenta dejó en este último país.
El calor extremo fue otro de los eventos que destaca el informe y que “azotó muchas partes del mundo”. “Algunos de los episodios más significativos se produjeron en el sur de Europa y el norte de África, especialmente en la segunda quincena de julio, cuando el calor fue intenso y excepcionalmente persistente”, explica la OMM. Al otro lado del Atlántico, en Canadá, la temporada de incendios forestales “superó con creces todas las anteriores”. “La superficie total quemada a nivel nacional hasta el 15 de octubre fue de 18,5 millones de hectáreas, más de seis veces la media decenal (2013-2022)”, explica la OMM. El fuego más letal tuvo lugar en Hawái, donde se notificaron al menos 99 víctimas mortales debidas al que fue el incendio más mortífero de los últimos 100 años en los Estados Unidos.
En el Cuerno de África, el análisis de 2023 destaca que “cinco temporadas consecutivas de sequía estuvieron seguidas de inundaciones, que provocaron aún más desplazamientos”. Y en muchas partes de Latinoamérica se intensificó la sequía: en el norte de la Argentina y Uruguay, las precipitaciones acumuladas entre enero y agosto fueron entre un 20% y un 50% inferiores a la media.
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