Comienza el examen y se abre la primera pantalla bajo el título La compra de un coche. El enunciado presenta a Tania, una chica que está pensando en comprarse un automóvil nuevo y quiere saber cuánto le costará conducirlo el primer año. La información es la siguiente: Tania recorrerá 20.000 kilómetros, el coste medio del combustible será de 1,54 euros por litro y el del mantenimiento será de 250 euros. Al lado, una calculadora de costes que emula a las que se podrían encontrar en internet para facilitar el cálculo, pero que no es interactiva. Los alumnos pueden usar la suya propia. Avanzan a la siguiente pantalla. Tania está entre cuatro opciones de vehículo, con los siguientes precios: coche A, 8.000 euros y un consumo de combustible de 18,9 litros por cada 100 kilómetros; coche B, 8.700 euros y 15,7 litros/100 km; coche C, 9.900 euros y 12,4 litros/100 km y coche D, 10.500 euros y 14,1 litros/100 km. Y la pregunta: ¿Cuál de los cuatro le saldría más barato transcurrido el primer año? (La respuesta se encuentra al final del texto).
Esta es una de las situaciones reales a las que se ha tenido que enfrentar el alumnado de 4º de la ESO en la prueba de Matemáticas del informe PISA, el test educativo más importante del mundo en el que participan 690.000 estudiantes de 81 países y territorios de 15 y 16 años, que este martes ha publicado los resultados. La intención con este tipo de examen es seguir perfilando una educación que avance hacia el modelo competencial, en el que el alumnado tiene que aprender a trasladar los conocimientos adquiridos a situaciones reales. Un camino que ya se había iniciado en la edición anterior de PISA, en 2018, y que se ha acentuado en esta última.
El nivel de dificultad de la pregunta presentada es el segundo más bajo en una escala de seis y, según se recoge en el informe, el 68% del alumnado fue capaz de superarlo.
El informe advierte de dos novedades principales respecto al examen anterior. La primera es que se introduce el denominado razonamiento matemático, que busca reducir procedimientos de cálculo rutinario y potenciar problemas “cada vez más complejos” del mundo real en “una diversidad de contextos del siglo XXI”. La segunda es que se centra en conseguir un mayor grado de detalle en la descripción del rendimiento en los niveles inferiores, por lo que desagrega el nivel 1 en el 1a, 1b y 1c.
Para Lluís Bonet (l’Orxa, Alicante, 58 años), que ha ejercido como docente de secundaria durante 34 años y que ha participado en el nuevo diseño del examen de Selectividad de Matemáticas, el giro hacia una educación competencial permite que el alumnado esté más “motivado” y que tenga “un aprendizaje más significativo”. “Hay que crear situaciones en el aula que generen curiosidad”, expone Bonet, y lo ejemplifica con una actividad que realizó en clase en la que conminaba a sus alumnos a calcular la cantidad de papel de aluminio que se utilizaba para el almuerzo en el instituto. Matemáticas aplicadas a una situación real.
Volvemos al examen. En la segunda pregunta, bajo el enunciado La compra de un coche, Tania ha decidido adquirir el automóvil D, que le ha costado 10.500 euros. El objetivo es averiguar qué precio tendría si su propietaria lo vendiera tres años más adelante, teniendo en cuenta que el precio de reventa disminuye un 5% cada año. Se ofrecen cuatro respuestas del precio aproximado, de las que se tiene que elegir una: 1.575 euros, 8.925, 9.000 o 9.975. (La respuesta se encuentra al final del texto).
Esta segunda está encasillada en el máximo nivel de dificultad de la prueba, el sexto, y solo un 2% del alumnado fue capaz de superarlo.
Bonet considera que la nueva prueba de PISA se adecua al nuevo modelo competencial. “El tema del coche puede ser una situación real que le ocurra a una familia”, comenta. La prueba plantea “problemas más cercanos al mundo real, con datos factibles, que son más atractivos para el alumnado”, añade.
Nuevos exámenes de Selectividad
A mediados de marzo de este año se conocieron los nuevos exámenes de Selectividad, en los que se pretende que los estudiantes razonen más, utilizando los contenidos adquiridos durante su trayectoria educativa, repitan menos contenidos memorizados expresamente y haya más preguntas relacionadas entre sí. Además del enfoque competencial, estaba previsto que se hicieran otras modificaciones, como aumentar un cuarto de hora la duración de la prueba o proporcionar las fórmulas matemáticas necesarias para aplicar en cada actividad.
Alrededor de 2.000 alumnos fueron convocados para realizar la prueba piloto en 50 institutos de secundaria. La idea inicial del Ministerio de Educación era que el nuevo examen de Selectividad se aplicara en junio de 2024, pero se tuvo que aplazar un año más porque el Gobierno estaba en funciones y, según unos informes jurídicos encargados por el ministerio, no tenía la potestad para aplicarlo.
Los resultados en Matemáticas son los más bajos en España, con una puntuación de 473, desde que se realizó por primera vez el informe PISA, en el año 2000, aunque la caída ha sido generalizada en todos los países participantes por los efectos de la pandemia de covid. España se sitúa justo en la media europea, por detrás de Alemania (475) y Francia (474) y por encima de Portugal (472) e Italia (471).
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