La guerra cumple dos meses con Gaza en una situación “apocalíptica”, según la ONU | Internacional

Este jueves se cumplen dos meses de guerra. Las tropas del ejército de Israel avanzan por toda la franja de Gaza y cientos de miles de habitantes deambulan de un lugar a otro en busca de refugio. Son hostigados por los bombardeos y los combates más intensos desde que arrancara el conflicto, en lo que la ONU califica de “castigo colectivo” y situación “apocalíptica” que facilita los crímenes de guerra. Las tropas de ocupación aprietan el acelerador, especialmente en la zona meridional, donde rodean desde las últimas horas la vivienda de Yahia Sinwar, en la localidad de Jan Yunis, según Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí. No hay constancia, sin embargo, de que el máximo responsable político del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) se halle allí, pero es una de las piezas cuya caza más ansia Israel en la contienda.

En este periodo transcurrido desde el 7 de octubre, uno de los ejércitos con la mejor tecnología del mundo, que ha perdido a 83 de sus hombres, ha matado a más de 16.000 personas y ha destruido gran parte de las viviendas e infraestructuras del territorio de Gaza, apenas 365 kilómetros cuadrados, pero no ha conseguido atrapar o matar a ninguno de los máximos responsables de Hamás, que lideró aquel día el ataque que causó 1.200 víctimas mortales en Israel. “Ayer (por el martes) dije que nuestras fuerzas podían llegar a cualquier parte de la franja de Gaza. Hoy están rodeando la casa de Sinwar. Su casa puede no ser su guarida y puede escapar, pero es solo cuestión de tiempo antes de que lo atrapemos”, comentó Netanyahu en un mensaje de vídeo.

En Jan Yunis podrían encontrarse también algunos de los 138 rehenes que quedan en manos de los islamistas, una quincena de ellos confirmados ya muertos. Ese sigue siendo uno de los asuntos espinosos para las autoridades de Israel. Algunos del centenar largo de liberados durante la semana de tregua junto a familiares se enfrentaron el martes con Netanyahu, durante una reunión a puerta cerrada. El encuentro acabó a gritos y con algunos de los asistentes abandonando el lugar antes de que concluyera el acto, según la prensa local. El mandatario les acababa de informar de que no era posible traer de vuelta a sus familiares en estos momentos.

Mientras, el centro y el sur de la Franja son escenario de intensos bombardeos y combates por tierra que dificultan a la población ponerse a salvo o hacer frente a la acuciante crisis humanitaria. Un vecino que prefiere no ser identificado y que vive en Rafah, en la frontera con Egipto y a pocos kilómetros de Jan Yunis, ha compartido con EL PAÍS imágenes de los desplazados improvisando refugios en la calle y aparcamientos con listones de madera, mantas y telas.

“Están empujando a la gente hacia Egipto para que pueda comenzar pronto el proceso migratorio”, señala refiriéndose a la idea expresada en algunos ámbitos por las autoridades de Israel con respecto a expulsar a los habitantes de la Franja al país vecino, algo a lo que El Cairo se niega de manera tajante. “Esperamos que no suceda, no queremos esto”, añade ese habitante, que especialmente por las noches escucha los bombardeos que tienen lugar sobre Jan Yunis en medio de un constante goteo de personas desde esa localidad hacia Rafah, más al sur. “El ejército israelí está ya dentro de Jan Yunis y creemos que vendrán pronto a Rafah”, teme.

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“Civiles castigados colectivamente”

“En estas circunstancias existe un riesgo muy elevado de que se produzcan crímenes internacionales”, denunció el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk. En el catálogo de crímenes internacionales se incluyen el de genocidio, los de lesa humanidad, los de guerra y la limpieza étnica, entre otros. “Mis colegas humanitarios han descrito la situación como apocalíptica”, añadió Türk, pendiente desde hace casi dos meses del visto bueno por parte de Israel para visitar la zona, tanto ese país como Palestina. Reclamó “urgentemente medidas” para impedir “esos crímenes” e incidió en que “los civiles siguen siendo bombardeados implacablemente por Israel y castigados colectivamente”.

A mediodía del miércoles, los muertos llegados en las últimas 24 horas al hospital Al Aqsa de Deir el Balah ascendían a 73, y los heridos a 123, según un portavoz del Ministerio de Sanidad, controlado por Hamás. Junto al mensaje, las autoridades de la Franja distribuyeron las imágenes de víctimas de todas las edades, muertos y vivos juntos, acumulados en el suelo del centro hospitalario.

“Hay 700 ingresados en el hospital y constantemente llegan nuevos pacientes. Nos estamos quedando sin suministros esenciales para tratarlos”, afirmó Marie-Aure Perreaut Revial, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Gaza, a través de un comunicado en la red social X (antes Twitter). Ese centro recibe desde que se puso fin a la tregua el pasado 1 de diciembre a entre 150 y 200 heridos de guerra cada día. “La escasez de medicamentos y combustible podría provocar que el hospital no pueda realizar cirugías que salven vidas o cuidados intensivos. Sin electricidad, los ventiladores dejarían de funcionar, las donaciones de sangre tendrían que cesar y la esterilización de instrumentos quirúrgicos sería imposible”, añade la ONG, cuyo equipo reside en ese hospital Al Aqsa. La Media Luna Roja Palestina tiene allí a sus equipos trabajando con las linternas de sus teléfonos móviles.

Deir el Balah, ciudad ubicada en el centro de la Franja, entre Ciudad de Gaza, en el norte, y Jan Yunis, en el sur, es en las últimas horas uno de los principales objetivos de los ataques israelíes. En la tarde del martes, reporteros locales ya habían mostrado las dantescas imágenes de un edificio poco después de un bombardeo en el que los habitantes recogían heridos con mantas en medio de un escenario con llamas salpicado por muchos cadáveres entre los escombros.

De una población de 2,3 millones de personas, hay 1,2 millones que han encontrado protección en 156 instalaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA). Se trata de lugares que están desbordados, al igual que otros refugios improvisados en los que intenta acomodarse la población. El hacinamiento se traduce en la multiplicación de enfermedades infecciosas y respiratorias, sarna, diarrea, que se ha disparado a niveles 40 o 50 veces por encima de lo normal, y hasta un caso de ictericia, alertó Richard Peeperkorn, de la Organización Mundial de la Salud.

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