La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) ha alcanzado a ganaderías en toda España. Esta afección al ganado bovino, propagada por la picadura de insectos, se ha difundido por las reses peninsulares e incluso ha dado el salto a Francia ayudada por el calor impropio de estas épocas. Las altas temperaturas permiten la supervivencia del díptero que extiende este virus, que no se contagia ni entre las vacas ni a las personas, pero preocupa a los ganaderos por los cientos de muertes y contagios registrados en sus explotaciones. La ausencia de vacuna, más allá de desinsectar las zonas donde se detectan casos, dificulta atajar la EHE a la espera de las lluvias y del frío que atenúen esta difusión.
El ganadero zamorano Fernando Vicente atendió a EL PAÍS hace un mes, cuando este virus habitualmente africano comenzó a percibirse en granjas del norte de España. Por entonces, había regiones libres de estos episodios, pero estas semanas de calor han facilitado que toda España cuente con animales enfermos. El también ingeniero agrícola actualiza el panorama: “Estamos desolados, yo no puedo más. Pedimos ayuda al inicio de todo esto, no económica, sino profesional veterinaria, comprensión por parte de las unidades veterinarias, transparencia, que se nos mueren las vacas y no sabemos qué hacer. Hemos pasado un calvario solos, sin suministro de medicamento, y la Administración y el Ministerio solo han esperado que pasase un poco el fragor y han seguido manteniéndose en que no es preocupante”. Vicente estima en 1.000 euros las pérdidas por cada animal muerto y añade que además de los decesos se unen múltiples abortos y debilitamiento general de reses que acaban siendo improductivas para el mercado de la carne.
El departamento de Agricultura de Castilla y León contabiliza 16.646 vacas muertas en lo que va de 2023, casi 4.000 más que en el mismo periodo de 2022. Salamanca y Zamora, provincias eminentemente ganaderas, sufren las principales bajas. El protocolo marca que, ante síntomas sospechosos, los dueños deben avisar a los veterinarios, que tomarán muestras si allí no se ha declarado foco o, si hubiera episodios previos, se añadirán al registro. En todo caso, se recomienda desinsectar los animales y las instalaciones, apartar a los enfermos para evitar la difusión del insecto y tratamientos sintomáticos.
Ivón Entrecanales, ganadero cántabro, informa de que la EHE se ha extendido también por ese territorio. “Donde se desinsectan las vacas hay menos incidencias, lo malo es que hace mucho calor, el verano se está alargando, hace falta frío ya a ver si se acaban las moscas”, sostiene el cántabro. Él apenas ha sufrido bajas, pues solo una se contagió y hubo que sacrificarla, destino que corren aquellas infectadas. Mientras una parte de los ganaderos insta a evitar cruzar bovinos de distintas procedencias y las autoridades avisan sobre los peligros de la enfermedad hemorrágica epizoótica, esta semana Cantabria ha celebrado una Olimpiada en Cabezón de la Sal con unas 800 cabezas de 20 ganaderías distintas. Precisamente en una explotación de esa localidad, el ministerio localizó un nuevo foco a principios de octubre. El gobierno regional cántabro (PP) recomendó en septiembre, cuando constataron los primeros animales afectados por EHE, suspender ferias de ganado y desde entonces se cancelaron unos 12 eventos de estas características.
El año transcurrido desde el aterrizaje de la enfermedad en España, de origen africano pero trasladada desde Italia, ha permitido ir calibrando cómo daña a los ejemplares. “Se observa una mayor afectación clínica en animales mayores de 24 meses, machos, de razas no rústicas y en sistema de producción extensivo”, detallan los informes de Agricultura, que también ha contabilizado positivos en ciervos, algo poco extraño porque en las grandes fincas extensivas las vacas comparten bebedero con especies salvajes como los cérvidos o los jabalíes.
Fuentes ministeriales piden calma y recuerdan que las comunidades disponen de competencias para ayudar o apoyar al sector afectado, mientras Castilla y León acusa al ministro en funciones, Luis Planas, de “estar de brazos cruzados”. Estas voces se apoyan en datos recogidos por cada región y detallan que las fronteras del riesgo se hallan en el 10% de animales sintomáticos y una mortalidad que supere el 1%, cifras no alcanzadas. “Puesto que todavía la enfermedad sigue su curso, preferimos ser prudentes y esperar al final del periodo de actividad del vector, a finales de noviembre”, señalan, y recuerdan distintas reuniones mantenidas con los territorios y agentes del sector desde que el insecto llegó a España. “La única alternativa hubiera sido establecer fuertes restricciones al movimiento de las zonas afectadas, lo que no habría parado la enfermedad y habría provocado graves pérdidas”, remarcan, a la espera de seguirse apoyando en la experiencia en la enfermedad de la lengua azul, que guarda similitudes a la EHE, además de que se remita la sequía, las vacas se fortalezcan y con el frío el díptero dé respiro a las ganaderías.
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