La dieta del lobo madrileño: jabalí de primero, corzo de segundo y poco ganado | Clima y Medio Ambiente

El lobo ibérico (Canis lupus) volvió a criar en la Comunidad de Madrid en el año 2013, tras más de seis décadas desaparecido debido a la persecución a la que se sometió a la especie considerada entonces una alimaña. Eran siete ejemplares: dos adultos (pareja alfa), un subadulto y cuatro cachorros, que con el paso de los años se han convertido en cinco manadas reproductoras, estima el Gobierno regional. Su presencia por la sierra madrileña provoca múltiples quejas de los ganaderos por los ataques a sus rebaños, pero ¿qué come realmente este depredador? “Los lobos se alimentaron más de ungulados silvestres [animales con pezuñas], un 82%, que de animales domésticos, un 18%”, concluye el estudio realizado por la doctora Isabel Barja, profesora titular de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid y experta en la especie, en colaboración con el centro de investigación del Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. Las presas favoritas del cánido son el jabalí (Sus scrofa) y el corzo (Capreolus capreolus). Una dieta en la que “la preferencia por los ungulados silvestres frente a los domésticos se mantiene constante”, aunque varía entre años y depende de las estaciones y comarcas forestales, sostiene la investigación.

El porcentaje de presas domésticas capturadas tampoco cambia y “no se ha superado ningún año el 20% de frecuencia de aparición en las heces”, comenta Barja. Existen ataques al ganado, “pero queda probado que su consumo es residual en comparación con los animales silvestres”, concretan los científicos. El estudio se desarrolló en el Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama, en la reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón y zonas limítrofes, en una extensión de 100.775 hectáreas. En ellas, Barja y su equipo recogieron 671 muestras de heces entre 2017 y 2021. La alimentación de los lobos se determinó a partir del análisis de las células de la parte externa del pelo encontrado en los excrementos, que son diferentes entre especies.

“Es un área muy interesante para estudiar el comportamiento entre el lobo y sus presas a largo plazo al haber sido recientemente colonizada por la especie, donde se puede comprobar la importancia del lobo para regular el ecosistema modulando la abundancia de grandes herbívoros”, plantea la investigadora. Al mismo tiempo, añade, es necesario mantener las poblaciones y diversidad de ungulados silvestres, porque se ayuda a reducir los ataques al ganado y los conflictos de conservación que plantea el cánido.

“Llevamos siguiendo a la especie desde 2017 y se ha mantenido sorprendentemente estable el tipo de especies presa consumidas”, añade Barja. Estable, pero con ciertas variaciones. De 2017 a 2019, los lobos madrileños se decantaron principalmente por el corzo, la especie más pequeña de los cérvidos europeos considerada emblemática en el Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. Pero en los últimos años, el jabalí ha pasado a ocupar el primer puesto en el menú del depredador, por la disminución del corzo y la elevada disponibilidad de crías de jabalí. Se han detectado descensos de más del 30% en los hábitats en los que se encontraba el corzo, según los censos realizados por el parque nacional en primavera del año pasado.

“Es relativamente fácil para dos lobos matar a un corzo adulto, en cambio, su vida corre mucho más riesgo si atacan a un jabalí adulto o a una cabra montés”, apunta Barja. Quizá eso ha provocado que la cabra montés (Capra pyrenaica) no esté en la lista del lobo, a lo que se puede sumar los inaccesibles riscos por donde se mueve el bóvido. Algo que habría ayudado a los gestores del parque nacional a reducir la alta densidad de cabra montés ―es el ungulado con mayor presencia en el espacio protegido―. Pero “su consumo fue esporádico, salvo un ligero aumento en 2019″, asegura el estudio. El ungulado solo ha aparecido en un 3% en las muestras, con una subida al 5% algunos años, “pero siempre de manera anecdótica”, indica la científica.

El hecho es que en el parque continúan sobrando cabras ―en la actualidad se estima que existen 5.172 ejemplares―, aunque el crecimiento de la población se ha estancado y la densidad actual es menor que la de 2019, debido a que el medio ha alcanzado el límite de capacidad y a las extracciones que se han realizado. Entre las capturas en vivo y la caza se han retirado alrededor de 1.100 ejemplares entre 2009 y 2022. El último informe sobre el desarrollo del plan de gestión de estas poblaciones añade como una de las posibles causas de esta disminución a los “indicios” que apuntan a la posibilidad de que exista un repunte de la caza furtiva en busca de los preciados trofeos.

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Carroña de caballo

Otra de las presas que ha comenzado a formar parte de la dieta del depredador es el caballo, pero de forma muy esporádica. Barja lo considera un dato “curioso”, que, sin descartar otras hipótesis, podría estar relacionado con la subida de precios del pienso por la guerra de Ucrania, que habría provocado un menor aporte suplementario de pienso en invierno a los equinos y aumentado su muerte natural. “El lobo habría consumido la carroña del equino, porque para ellos es complicado matar a un ejemplar adulto, sobre todo teniendo presas de menor tamaño a su alcance”, comenta Barja. Los científicos también comprobaron que durante las épocas de reproducción de los ungulados, los lobos cuentan con más opciones para elegir debido a los partos y a la facilidad para atrapar a las crías.

El lobo está protegido en todo el territorio nacional desde septiembre de 2021 y solo se puede capturar algún ejemplar con un permiso y en el caso de que se demuestre que está causando daños y que las medidas tomadas para evitarlo no funcionan. En la Comunidad de Madrid los ataques al ganado han descendido en un 67,34%, de 398 en 2018 a los 130 reconocidos oficialmente en 2023, debido a la labor de prevención, la inversión en infraestructuras y las buenas prácticas de los propietarios, indica el Gobierno regional en un comunicado. El año pasado, los afectados recibieron 98.626 euros para paliar los daños en sus cabañas ganaderas.

Para 2024 se ha aprobado una inversión de 200.000 euros en ayudas directas: 500 euros por ejemplar fallecido de ovino y caprino, y 1.000 euros para bovino y equino, que pueden aumentar si se produce lucro cesante o daños indirectos. Todo ello para intentar mejorar la convivencia de los ganaderos con las cinco manadas reproductoras instaladas en la sierra del Rincón, el valle del Lozoya y los alrededores de Santa María de la Alameda. También se ha detectado presencia estable de ejemplares en varios puntos al suroeste del Guadarrama.

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