La estrategia consiste desde hace tiempo en dar de nuevo una patada hacia adelante a la pelota, con la esperanza de que los ciudadanos se olviden de que sigue rodando. El Gobierno del Reino Unido ha decidido retrasar, por quinta vez, los controles aduaneros de las importaciones de animales y vegetales procedentes de la UE. Era una imposición derivada del acuerdo comercial con que Londres y Bruselas cerraron a finales de 2020 las arduas negociaciones derivadas del Brexit.
Mientras la Unión Europea aplicó de inmediato los controles fronterizos fitosanitarios y de calidad de los productos procedentes del mercado británico, los sucesivos gobiernos conservadores —comenzando por el de Boris Johnson— han ido retrasando su parte del trato. En un principio, porque no se puso en marcha a tiempo la imprescindible infraestructura logística; a continuación, para evitar costes añadidos a las empresas importadoras; y, finalmente, para evitar que se dispare aún más la inflación que afecta en la actualidad a la lista de la compra de los supermercados británicos.
El Gobierno británico ha presentado este martes su nuevo Border Target Operating Model (Modelo Operativo por Objetivos de Control Fronterizo), un método en apariencia más simplificado para llevar a cabo los controles de seguridad y sanitarios de importaciones y exportaciones, que incluye sellos inteligentes y localizadores de GPS en muchos de los productos.
“A través del máximo uso de los datos y de las nuevas tecnologías, vamos a poner en marcha un sistema de control fronterizo innovador y de primer nivel. Una vez sea completamente desarrollado, todas estas medidas pos-Brexit producirán beneficios considerables para la economía del Reino Unido y para su comercio”, ha prometido la secretaria de Estado de la Oficina del Gabinete [similar al Ministerio de la Presidencia español], Lucy Neville-Rolfe.
Los nuevos controles se irán desplegando por fases a lo largo del año que viene. A partir del 31 de enero, se introducirán los certificados sanitarios de productos animales y vegetales de riesgo medio procedentes de la UE. No será hasta el 30 de abril —si finalmente se cumplen los plazos anunciados— cuando los funcionarios británicos de aduanas comiencen a realizar controles físicos y de identidad de muchos de estos productos, junto con la reclamación al importador de los documentos obligatorios.
Finalmente, no será hasta el 31 de octubre cuando se reclamarán finalmente en aduana todas las declaraciones de seguridad que imponía el Acuerdo Comercial del Brexit.
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“Queda claro que el Gobierno ha respondido a nuestras preocupaciones y pondrá finalmente en marcha un control aduanero unificado que beneficie tanto a los consumidores como a la industria importadora”, ha celebrado Nigel Jenney, el director ejecutivo del Consorcio de Productos Frescos, la asociación que defiende los intereses de las grandes cadenas importadoras de alimentos procedentes de la UE.
No están igual de contentos los agricultores y ganaderos británicos, que durante los últimos años consideran que deben competir con sus rivales continentales con una mano atada a la espalda. “Nuestras fronteras siguen funcionando como unas válvulas que hacen que sea extremadamente difícil y costoso para nosotros exportar a la UE, debido a todo el papeleo y controles fronterizos que impone Bruselas, mientras es tremendamente fácil para los europeos exportar al Reino Unido, porque nuestro Gobierno ha renunciado a controles equivalentes en nuestras fronteras”, ha protestado Ian Rickman, el presidente del Sindicato de Agricultores de Gales.
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