La terminología oficial de la propaganda rusa aún mantiene que la invasión de Ucrania es una “operación militar especial”, pero el Kremlin ha reconocido, dos años y un mes después, que la ofensiva sobre el país vecino “es una guerra de facto”. “Estamos en un estado de guerra. Sí, esto empezó como una operación militar especial, pero en cuanto se formó ese bloque, en cuanto el colectivo occidental se puso de parte de Ucrania, empezó para nosotros una guerra”, ha declarado este viernes Dmitri Peskov, portavoz del líder ruso, Vladímir Putin. De fondo, está la posibilidad cada vez más real de que el Kremlin inicie otro reclutamiento forzoso entre su población.
“Cada uno debe entender esta idea para su movilización interna”, ha agregado Peskov dos años después de que el propio Kremlin convirtiera en delito decir que Rusia estaba inmersa en una guerra. Según Moscú, esa afirmación desacreditaba a sus fuerzas armadas porque todo marchaba “acorde a los planes” de una “operación quirúrgica”. Mientras, cientos de miles de personas, tanto soldados como población civil, han muerto en el conflicto.
No es la primera vez que el Kremlin habla del concepto de una guerra desde el punto de vista de una “confrontación” con Occidente, aunque hasta ahora no había sido tan claro al describir la realidad de la invasión de Ucrania. En una intervención ante el Parlamento ruso el pasado 29 de febrero, Putin aseguró no haber comenzado “la guerra de Donbás” de 2014 —pese a la demostrada entrada de paramilitares rusos en el este ucranio en su inicio— y se refirió a la invasión actual como “el conflicto de Ucrania” cuando declaró que en Occidente y Rusia “han olvidado lo que significa una guerra”.
El portavoz del mandatario ruso ha augurado, además, que la guerra continuará lo quiera o no Occidente. “Tenemos cuatro nuevos sujetos federales”, ha afirmado en referencia a las zonas ocupadas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, a lo que se suma la anexión ilegal de Crimea en 2014. “Lo principal para nosotros es proteger a la población de esas regiones y liberar su territorio, que actualmente está ocupado de facto por el régimen de Kiev”, ha declarado Peskov sobre cuatro provincias que Moscú consideraba territorio soberano ucranio hasta su anexión sobre el papel en septiembre de 2022.
“Las declaraciones de una movilización interna son la clave”, ha opinado el experto en Rusia Mark Galeotti en sus redes sociales. “El Kremlin demanda que cada ruso adopte una mentalidad de guerra y entienda que no hay término medio entre ser un patriota o un traidor (según la definición de Putin)”, manifiesta el analista.
“He escuchado las palabras de Peskov. Se nota que hay movimiento con la movilización, da miedo”, ha afirmado a este periódico un joven ruso que quiere permanecer en el anonimato.
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Las declaraciones del Kremlin suponen un indicio de que prepara una nueva campaña de reclutamiento. El Ministerio de Defensa ruso ha anunciado la creación de dos nuevos ejércitos y 14 divisiones este año, y el diario independiente Viortska ha revelado este viernes que Moscú planea enviar a otros 300.000 soldados más a Ucrania a corto plazo, según cuatro fuentes de la administración presidencial y gobiernos regionales, así como un empleado de alto rango del ministerio.
El diario señala que el Kremlin quiere evitar otra movilización forzosa de la población. Debido a la impopularidad de esta medida, los centros de alistamiento llamarían antes a los ciudadanos que aún forman parte de la reserva y a los reclutas que ahora cumplen el servicio militar obligatorio y deben ser convencidos de que firmen un contrato profesional con el ejército “por todos los medios” —está prohibido por ley enviar a los jóvenes que hacen la mili al frente—.
La primera movilización, decretada por Putin en septiembre de 2022, fue tremendamente impopular. Cientos de miles de rusos huyeron del país y se desataron protestas en las regiones más pobres, el principal caladero de reclutas del Kremlin. Además, cada vez son más los movilizados que han muerto o han quedado discapacitados en el frente, y Moscú advierte de que los supervivientes no serán desmovilizados hasta el final de la guerra.
Esta situación desespera a sus esposas y madres, que en los últimos meses han comenzado a protestar abiertamente para que regresen a casa. Al no poder detener a las familiares de sus combatientes por la mala imagen que provocaría, el Kremlin ha reaccionado con detenciones de periodistas que han cubierto los actos de protesta.
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