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El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) ha condenado a 13 años de cárcel al profesor laico Ángel Fernández Herrero por abusar sexualmente de un niño de 10 años en 2020 en el colegio de los carmelitas descalzos de Medina del Campo, en Valladolid, y por pornografía infantil. El condenado, que tenía 32 años en el momento de los hechos, aprovechó su condición de docente de música para ganarse la confianza del chico, acosarle durante meses, abusar sexualmente y obtener imágenes eróticas de él. La sentencia, que se ha conocido este martes y a la que ha tenido acceso este periódico, señala que el docente llegó a llamar cientos de veces al pequeño durante el confinamiento y a presionarle para que le enviase material pornográfico. Los padres del menor lo denunciaron en julio de 2020, semanas después de que el muchacho les contara lo ocurrido. En enero de 2023, la Audiencia de Valladolid impuso una pena de 11 años de prisión al profesor, pero este recurrió la sentencia. Ahora, el TSJCyL ha sumado dos años más de cárcel para Fernández. El tribunal superior también ha ratificado el pago de una indemnización de 10.000 euros.
No es la única acusación contra este laico, estrechamente ligado a la orden de los carmelitas descalzos. Un antiguo alumno del seminario de la congregación —centro cerrado en la actualidad— fue detenido en marzo de 2020 por haber robado y vendido joyas de Fernández. El exseminarista declaró durante el interrogatorio que Fernández fue profesor suyo en el seminario y que le estaba chantajeando con difundir fotografías suyas en las que aparecía desnudo. También acusó al profesor de haberle violado en varias ocasiones entre 2014 y 2017. Esta causa está todavía pendiente de juicio.
La primera agresión, recoge la sentencia, sucedió en junio de 2020, durante una fiesta de fin curso organizada en casa de Fernández. El menor fue presionado por el profesor para que acudiera una hora antes de que comenzara la celebración. En ese lapso, el docente condujo al menor a una habitación y le agredió sexualmente. El segundo episodio sucedió en la localidad vallisoletana de El Campillo, donde residen los abuelos paternos de la víctima. Fernández fue hasta allí para entregar al menor un regalo de cumpleaños y luego le convenció para que subiera a su coche. Dentro, el profesor abusó de él.
El condenado también utilizó la Red para aprovecharse del menor. Cuando en marzo de 2020 comenzó el confinamiento por el coronavirus, Fernández entabló largas conversaciones con el pequeño por teléfono y a través de mensajes por WhatsApp. Nunca por los canales oficiales que tenía el colegio y frecuentemente a altas horas de la madrugada. Los padres, al darse cuenta de estas llamadas, intentaron cortarlas de raíz.
El docente se enfadaba con el pequeño si este no hacía caso a sus peticiones. La presión llegó al punto de conseguir que el menor accediera a hacer videollamadas mientras se duchaban, mandarse fotos desnudos o de sus genitales e incluso masturbarse a la vez mientras se grababan. Fernández lo llamaba “hermanito” y lo tranquilizaba diciendo que era “el destino”, aparece en la sentencia.
Los padres, cuando el menor les contó los abusos, acudieron al colegio para advertir al director, Francisco Sánchez Oreja, actual provincial de la orden y por entonces presidente de la Conferencia Española de Religiosos de Valladolid. En su despacho, según cuentan los progenitores, les confesó que ya se había reunido con Fernández para “darle un toque de atención porque tenía un comportamiento demasiado afectuoso con los menores”. Sánchez Oreja negó dicho encuentro a EL PAÍS en marzo de 2021, cuando este periódico publicó un reportaje sobre el caso.
Tras la reunión con el colegio, los padres también presentaron una denuncia contra Fernández y el colegio, este último como responsable de los presuntos abusos. El 2º Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Medina del Campo abrió una investigación. Durante el registro de Fernández, la Policía requisó cuatro móviles, una tableta electrónica y 21 memorias USB. El Grupo de Investigación Tecnológica analizó los dispositivos y contabilizó que el profesor había realizado 143 videollamadas y 893 llamadas telefónicas con el menor durante los meses del confinamiento.
Los agentes también encontraron una fotografía de la víctima desnuda y numerosos mensajes donde se apreciaba “la obsesión que el adulto tenía por el menor”. Sobre el análisis de los mensajes entre docente y alumno, las autoridades afirmaron: “Se desprende que el acusado temía ser descubierto”. Además, el ahora condenado utilizaba un lenguaje impropio y, durante las semanas que los padres intentaron cortar la comunicación, este le proponía al menor vías alternativas, como el uso de otras redes sociales, algunas referentes a chats de juegos o misivas que le escondía en lugares ocultos por varios puntos del pueblo y luego, tras leerlas, le pedía que las rompiera.